"Las edades son juventud, madurez y vejez. (...). Por su talante, pues, los jóvenes son propensos a los deseos pasionales y de la condición de haber cuanto desean. De entre los deseos que se refieren al cuerpo son, sobre todo, dóciles a los placeres del amor e inacapaces de dominarse ante ellos, pero también son volubles y prontos en hartarse de sus deseos: tanta es la fogosidad con que desean como la rapidez con que se les pasa (...) son también apasionados, coléricos y proclives a sucumbir a la ira. Los domina el apetito irascible, pues, en efecto, por causa de la honra, no soportan que se les desprecie, sino que se indignan si piensan que se les trata con injusticia. Asimismo son amantes de honores, pero todavía más de victorias (porque el joven desea ser superior y la victoria constituye una cierta superioridad (...) tampoco son de mal caracter, sino que son bondadosos a causa de que todavía no han visto muchas maldades; crédulos, razón de que aún no han padecido engaño muchas veces; y optimistas porque , lo mismo que los borrachos, así también los jovenes son calientes por naturaleza (...) la mayoría de veces viven llenos de esperanza, ya que la esperanza atañe al futuro".
Aristóteles "La Retórica" (libro II)
Antes de centrarnos con Aristóteles, lo primero que se debe de hacer es conocer un poco la retórica en su sentido más amplio.
El origen de la retórica lo encontramos en Sicília en el año 485 a.C; en esa época hubo un gobierno tiránico donde se robó, usurpó y despojó. Al restablecerse el régimen democrático, se intentó recuperar lo perdido y se forman jurados donde se determina si se tiene razón o por el contrario no.
La retórica en la Atenas del s.V tendrá mucha importancia, veremos cómo surgen varios sofistas como Górgias de Leontinos, el cual aportará nuevos elementos retóricos. Aunque a lo largo de este período veremos varias posturas como la de Platón que estarán en contra de la retórica, sin embargo hay que tener claro que Platón no estaba en contra de la retórica en si, sino del empleo que se le daba a ésta, para Platón la retórica de esta época no busca la verdad y la justicia sino sólo convencer y hacer que parezca verdad lo que se diga (concepto de verosimilitud).
Ahora centrándonos en Aristóteles, escribió la retórica, el cual es el manual más antiguo que encontramos sobre la retórica.
En Aristóteles, la retórica está enfocada desde el punto de vista del oyente. Para él lo importante era el auditorio, por lo tanto tenemos tres tipos de oyentes: juez, oyente de una asamblea o un espectador y los temas de cada discurso son: judicial: en pasado, epidíptico en presente y deliberativo en futuro.
En cuanto al texto de arriba pertenece al libro II de la retórica vemos que está centrado en la audiencia, en esta parte Aristóteles argumenta que hay que conocer al auditorio y dependiendo de cómo sea, hay que presentarse de una forma u otra. Por otra parte se habla de la ira: la define, la cataloga habla de quién es propenso a la ira y quién la sufrirá. Vemos que Aristóteles jugará mucho con el miedo, lo recomendará junto con el odio, el temor y la desconfianza, luego habla por el contrario de la confianza y de cómo aplicar o temor o confianza al publico, y de este modo dirigirlo según sea necesario.
Además de éstos se tratan otros defectos de la polis como la honra, la justicia y la codicia, y cómo vemos en el texto de arriba, se enfoca en los jóvenes. Los jóvenes tienen ambición de poder político. Tanto los jóvenes como los ancianos no son adecuados para el auditorio ya que son demasiado pasionales y por lo tanto cree que el carácter ideal es el maduro.
También Aristóteles tendrá muy en cuenta la voz ya que ésta lo transmite todo, según el sentimiento que se quiera transmitir, la voz será distinta.
El orador basará su capacidad de persuasión en el
ἦθος y la parte técnica de su puesta en escena tiene que ser la misma que la de un actor aunque un orador sólo debe de quedarse con la capacidad técnica y conservar su ethos. Por lo tanto, según Aristóteles, la ὑπόκρισις será muy importante y necesaria pero hay que tener cuidado para que no se dé un mal uso de ésta.
